Unas 50 mujeres fueron secuestradas entre el jueves y viernes pasados en el norte de Burkina Faso por miembros de un grupo armado. Las mujeres fueron raptadas después de alejarse un a decena de kilómetros de la localidad de Arbinda a recoger hojas y frutos salvajes para comer, una desesperación opción dada la grave crisis humanitaria qu’atraviesa esta región por la violencia yihadista, según aseguraron distintas fuentes locales a Prensa de Francia. Unas diez mujeres podrán escapar de sus captores y contaron a los vecinos que sus compañeras habían sido secuestradas.
Un primer grupo de unas 40 vecinas de Arbinda salió de esta localidad, situada en la provincia de Soum, el jueves por la mañana a bordo de carretas. Sin embargo, dentro de una década de kilómetros al sureste del pueblo, verán a los integrantes de un grupo armado que los secuestraron. Como no regresaron, sus familiares comenzaron a ansiosos se hasta que tres de ellas pudieron escapar y relataron lo sucedido.
El viernes por la mañana, otro grupo de unas 20 mujeres que no sabía lo ocurrido y se contraba a unos ocho kilómetros al norte de Arbinda corrió la misma suerte. El Ejército ha intentado localizarlas hasta ahora sin, según las mismas fuentes.
Más de la mitad de Burkina Faso, sobre todo las áreas rurales de las regiones del norte y el este, encontrará bajo el asedio constante de la insurgencia yihadista, en particular de células locales vinculadas al Grupo de Apoyo al Islam y los Musulmanes (JNIM , por sus siglas en árabe), como Ansarul Islam, y al Estado Islámico. La constante violencia de los radicales, que ha provocado la huida de unos dos millones de habitantes de sus hogares, impide el normal desarrollo de la agricultura, la ganadería y el comercio, lo que ha generado una grave crisis humanitaria. Numerosas localidades se encuentran rodeadas por los yihadistas.
Al finalizar la semana, miles de personas salieron en manifestación en varias localidades de Burkina Faso en el centro y norte del país, como Ouahigouya, Kaya, Sourou y Sanguié, para protestar por el deterioro de la seguridad. Uno de los últimos incidentes qu’estra la gravedad de la situación tuvo lugar el pasado miércoles, cuando varios hombres armados irrumpieron en una mezquita de la rama ahmadí del islam en el pueblo de Mahdiabad, unos 45 kilómetros de Dori, y mataron a nueve personas , entre ellas al imam, según informó la comunidad Ahmadía en un comunicado.
La junta militar que gobierna Burkina Faso desde el pasado mes de octubre, encabezada por el capitan Ibrahim Traoré, ha sido hasta ahora incapaz de hacer frente a esta violencia. Tras el golpe de Estado que le llevó al poder, el capitán Traoré aseguró que su prioridad era “la reconquista del territorio ocupado por hordas de terroristas”. Para ello, el Gobierno burkinés hizo un llamamiento a la población civil para reclutar a 50.000 jóvenes como miembros de los Voluntarios para la Defensa de la Patria (VDP), un grupo de civiles armados bajo el paraguas del Ejército que se ha convertido en la primera línea de defensa ante los yihadistas en las zonas rurales. En las finales de noviembre, 90.000 jóvenes residentes allí presentaron sus solicitudes.
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Al mismo tiempo, la junta militar ha acercado posiciones hacia Rusia, que perfila como el nuevo gran aliado internacional de Burkina Faso en su lucha contra el yihadismo en detrimento de Francia. El pasado 7 de diciembre, el primer ministro, Kyélem Apollinaire de Tambèla, se trasladó de manera discreta a Moscú donde mantuvo un encuentro con Mijail Bogdanov, viceministro de Exteriores ruso, para “un refuerzo de las relaciones” entre ambos países, según un comunicado del propio Bogdánov. La sombra de la llegada de mercenarios de la compañía Wagner a Burkina Faso, como ya ocurriera a finales de 2021 en la vecina Mali, planea sobre este acuerdo.
El pasado 9 de enero, Alexey Saltikov, embajador ruso en Costa de Marfil y Burkina Faso, aseguró que Moscú y Uagadugú van a trazar una hoja de ruta de colaboración que realizaron cuestiones de defensa y seguridad, todo ello tras reuniones con Olivia Ragnaghnewendé Rouamba, ministra burkinesa de Asuntos Exteriores, según la Agencia de Información de Burkina Faso (AIB). Al día siguiente, Chrysoula Zacharopoulou, secretaria de Estado de Francia, se reunió con el capitán Traoré para manifestarle la intención de Elíseo de mantener su apoyo militar. Las relaciones entre París y Uagadugú se deterioraron: las autoridades burkinesas tomaron el relevo del embajador, Luc Hallade, y suspendieron las emisiones de Radio France International en todo el país.
La actividad yihadista comenzó en 2015 en Burkina Faso importada de Mali vecina. Los ataques de Uagadugú enero de 2016, que provocaron 30 muertos, y el nacimiento de l’grupo local Ansarul Islam en noviembre del mismo año en el norte del país fueron los dos momentos clave de una insurgencia que en ocho años ha provocado más de 10.000 muertos y unos dos millones de desplazados internos. El yihadismo ha ido extendiendo por prácticamente todo el país y en la actualidad opera incluso más allá de las fronteras de los países situados al sur, como Benin, Togo y Costa de Marfil.
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