El Supremo israelí tumba la reforma judicial de Netanyahu que provocó marchas masivas antes de la guerra | Internacional

Hasta el pasado 7 de octubre —el día en el que Hamás atacó Israel, causando 1.200 muertos sin que sus servicios de inteligencia detectaran lo que estaba pasando en su patio trasero—, el principal asunto político en la agenda israelí era la reforma judicial aprobada el pasado julio por el primer ministro, Benjamín Netanyahu, con el apoyo de sus socios ultraortodoxos y de extrema derecha. Este lunes, el Tribunal Supremo ha tumbado esa ley que pretendía impedir que sus magistrados pudieran paralizar decisiones del Gobierno por considerarlas irrazonables.

La resolución, que ya se había filtrado el miércoles a los medios, da un nuevo golpe a un Netanyahu en sus horas más bajas. Las últimas encuestas reflejan que el apoyo social se ha desplomado —su partido, el Likud, obtendría ahora la mitad de diputados de los que dispone hoy en la Knesset— debido a la impopularidad de esta reforma, ahora anulada, y al no haber sabido evitar la masacre que desencadenó la guerra.

La reforma, que provocó manifestaciones multitudinarias por todo el país durante 30 semanas, retira al Tribunal Supremo la capacidad de anular aquellas decisiones del Gobierno, ministros o cargos públicos electos que considere irrazonables. Se trata de uno de los filtros jurídicos que ostentaba el alto tribunal en un país sin Constitución (se guía por una serie de leyes básicas desarrolladas a lo largo de los años) y en el que el Parlamento elige al primer ministro.

La oposición percibe al Supremo como el garante de la separación de poderes y el imperio de la ley mientras que la derecha lo ve como un órgano ideológico e intervencionista. La aprobación, el pasado 24 de julio, se produjo gracias a los votos de la coalición de Netanyahu (el derechista Likud y los ultraortodoxos y ultranacionalistas), mientras que la oposición en pleno se ausentó del Parlamento. Tras su votación, Washington consideró “desafortunada” la nueva legislación.

La decisión judicial abre un nuevo frente al primer ministro. El fallo del Supremo no era fácil. De su importancia da cuenta que es la primera vez desde la creación del órgano, con la fundación del país en 1948, que la han adoptado los 15 magistrados que lo forman. La sentencia, como adelantaba la filtración, ha salido adelante con los votos a favor de ocho de ellos. Sus deliberaciones se han producido en medio de ataques más o menos velados del Gobierno y otros cargos, que consideraban que el tribunal no tenía potestad para tumbar la norma, y multitudinarias manifestaciones de detractores que pedían su revocación. La reforma había provocado una polarización sin precedentes en la sociedad israelí.

Los magistrados del Tribunal Supremo, en septiembre en Jerusalén.DEBBIE HILL / POOL (EFE)

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El Movimiento para la Calidad del Gobierno en Israel, el principal promotor de las protestas, ha mostrado ya su satisfacción por la resolución. “Es un día histórico y una tremenda victoria para aquellos que defienden la democracia”, aseguró esa organización en un comunicado. “Un Gobierno y unos ministros que pretendían escapar del control judicial han sabido que existen jueces en Jerusalén, que hay democracia, que hay separación de poderes”. Por su parte, el director del movimiento, Eliad Shraga, añadió: “La enorme campaña pública y la valiente oposición a estas leyes tan peligrosas y las protestas y las peticiones ante el Supremo muestran el tremendo poder público que tenemos en nuestras manos. Miramos a la corrupción a los ojos y bajó su mirada. Agradecemos al tribunal esta importante decisión. Seguiremos haciendo lo necesario para arreglar el país y preservar la democracia”.

Enfado del Gobierno

El enfado en el Gobierno lo transmitió el ministro de Justicia, Yariv Levin, que acusó a los magistrados de “arrogarse todos los poderes”. “Los jueces han tomado en sus manos todos los poderes del Estado, que en un sistema democrático se reparten de forma equilibrada entre los tres poderes”, aseguró Levin, considerado el artífice de la reforma. “El Tribunal Supremo le ha quitado la voz a millones de ciudadanos”, añadió. Netanyahu aseguró que si tumbaban la norma, no acataría la resolución, lo que provocaría una crisis constitucional sin precedentes en la historia del país. El Likud ha señalado que la decisión es desafortunada y que se opone “al deseo de unidad del pueblo, especialmente durante la guerra”.

Está por ver cómo encaja el varapalo el primer ministro, pero lo cierto es que el nuevo golpe llega en su peor momento de popularidad, cuya caída se ha acrecentado con los ataques de Hamás del 7 de octubre que, pese a contar con uno de los servicios de inteligencia más potentes del mundo, el Gobierno de Netanyahu no supo evitar. El último sondeo, de una serie de encuestas realizadas durante los últimos meses, y publicado por el diario Maariv el pasado jueves, le daba 17 escaños en caso de que las elecciones se celebraran hoy frente a los 32 con los que cuenta actualmente. Esas encuestas dan como ganador al también conservador Partido de la Unidad Nacional de Benny Gantz, actualmente integrado en el Gobierno de emergencia que Netanyahu formó para emprender la guerra. Los próximos comicios están previstos para 2026.

La sentencia impacta de lleno en el gabinete de guerra. Varios de sus miembros, todos ellos de la lista electoral de Gantz —Gadi Eisenkot y Gideon Saar— están entre los que se ausentaron de la votación el pasado julio. Yoav Gallant, el ministro de Defensa, del Likud, pidió públicamente que se retirara la reforma por razones de seguridad nacional, por lo que el primer ministro amagó con destituirlo.

Frente a ellos, el ministro de Finanzas, Bezalel Smotrich, líder del Partido Sionista Religioso, e Itamar Ben Gvir, titular de Interior y cabeza de los ultranacionalistas de Otsmá Yehudit, defienden la reforma. Estos dos últimos se encuentran, además, entre los que pretenden que, tras el conflicto, Israel tome el control de Gaza y vuelva a construir asentamientos de colonos en la Franja. Este mismo domingo, Ben Gvir ha pedido ir todavía más allá al solicitar la aprobación de una ley de emigración nacional para echar a los palestinos del territorio actualmente asediado y enviarlos a terceros países. El presidente de EE UU, Joe Biden, ha pedido a Netanyahu que rompa su coalición con esas dos formaciones.

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By Orencio Batista

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