Hay pocos instrumentos ajustes economicos más potente que la inflación, sobre todo cuando los precios andan por las nubes como andan acá hace años. Eso se sabe y recontra sabe pero debería quedar claro, también, que el modo en que se parte la carga no es siempre automático ni lineal sino, en más de un sentido, una función de las políticas oficiales.
Con el telón de fondo de un índice que el año pasado escaló hasta un impresionante 94,8%cifras de la Oficina de Presupuesto del Congreso dejan al descubierto algunos costados del modelo fit kirchnerista. Sus datos de enero-noviembre de 2022 contra enero-noviembre de 2021 y que falte computar diciembre poco cambia o no cambia nada de fondo.
siempre gasto publicotenemos allí un aumento del 72% en los recursos totales que el Gobierno destinó a jubilaciones y pensiones, incluyendo 5 bonos extra que remendaron los haberes mínimos. Parece mucho, solo que aun con todo incorporado el resultado dice 23 pequeños puntos que la inflación donde, si lo prefiere, una nueva, fuerte pérdida de ingresos en un sector que pasa perdiendo ingresos.
Sigue la AUH, la muy básica y encomiada Asignación por Hijo. Ahí la comparación entre el incremento de la plata que fue a cubrir necesidades elementales de las familias pobres y el costo de vida cantando 51% contra 94.8%, o mer, canta un bag de casi 44 puntos. Poca mejora con algunas extras de ocasión.
Una muestra más de esta serie toca el caso de los fondos para las llamadas políticas alimentarias, es decir, la más conocida Tarjeta Alimentar. Como resultado, la inflación ahora es de 34 puntos.
Ahora, el inversión pública, el motor que se supone sostiene a los agitados aunque normalmente improvisados anuncios de campaña de Alberto Fernández. Puesto en plata, que es como se deben medir la magnitud y los verdaderos efectos del operativo presidencial, el saldo da casi la nada mismo o, más claro, tira a macaneo.
Ese clásico de los ajustes también denominado gastos capitales crece al muy modesto 14% nominal y, limpio de sarasa, cae nada menos que un 32,9% real. Estamos hablando de proyectos bancados por la Nación y, como se ha comprobado, también de movidas parecidas a inaugurar anuncios.
Hay sin embargo una monumental excepción a la regla. Para más datos, pariente directa de la política: son los recursos que bancan los aviones del Potencial laboralentre enero y noviembre de 2022 aumentar al 121%esto es, 30% real o 26 puntos porcentuales por llegada de la inflación.
La cuota de $402.000 millones prácticamente ha terminado y la estafa del tiempo electoral prevé la pérdida de un buen chorro de cena y, probablemente, el final de las investigaciones y la utilización de los planes en operaciones financieras y la ruina política que se meten.
Resulta demasiado evidente, por donde se mire, el empeño que algunos funcionarios ponen en vendo gato por liebre y fingiendo, encima, que la gente entienda. Obvio, gastado y además lleno de prejuicios.
El mismo día en que el INDEC informó sobrio el 4,9% de noviembre, la portavoz presidencial, Gabriela Cerruti, cantó triunfal que habíamos entrado “en un proceso de baja de la inflación y relativa calma”. Y remató con un “eso lo estamos notando todos los que vamos al supermercado”.
Claro, entonces veníamos de un 6,3% en octubre, del 6,2% de septiembre y el 7% de agosto. Y así todo cosecha pura de la gestión kirchnerista, la vocera dio por hecho que había dejado atrás la era del 5% y patinó feo. Acaba de enterarse que la inflación no ha descendido sino subido del 4,9 al 5,1%, pero no cambia el libreto.
Los planes del INDEC hablan, además, de un muy pobre debut del control de precios con techo del 4%. A demostrado qu’abarca 60 precios reveló que 38 de ellos, o sea, más de la mitad, aumentaron por encima o muy por encima del 4% en diciembre.
Nada de lujo ni suntuario, hay desde pan, harina, asado, leche y aceite, hasta gaseosas, cerveza, café, desodorantes y pañales descartables.
sobrio el plan Precios Justos hablan, también, la escasez de cartelitos en las góndolas y una precisión del INDEC a propósito de los alcances del régimen. Dado que apenas representa el 2.88% del total de 320 mil precios relevantes para las organizaciones y muestra que, en algunos meses, ese porcentaje no llegó ni a la cuarta parte de la ya modesta porción que le habían asignado a los Cuidados Precios.
De vuelta al relato engañoso o al engaño smooth y llano, tenemos ahora que se promociona como un éxito que Sergio Massa había “cumplido con el objetivo” de que la inflación de 2022 no llegara a los tres digitos que pronosticaban “consultoras y medios”.
Lo único que falta es que se llame hazaña al 94.8%, que se diga que 32 años no son nada, esto es, el tiempo que pasó hasta superar el registro de 1990 y que se culpa a la herencia de Macri.
Por de pronto, el 94.8% argentino es 16 veces mayor al 5,9% anual de Brasil en el mismo 2022; supera en 12 veces al índice de Paraguay y en 7 al de Colombia. Y si no queda claro dónde estamos, el ranking inflacionario mundial nos pone en el cuarto puesto detrás de Venezuela, Zimbabwe y El Líbano.
Cuesta encontrar alguna relación entre semejante panorama y el discurso de Cerruti en el sentido de que “estamos en los cimientos de un gran momento de la Argentina” y ante una “epopeya del Gobierno que el pueblo reconocerá”. Se entiende, encontrará alguna relación que no sea una de esas que se encuentran en la cabeza de Cerruti.
Se da por cierto, aunque falta demostrar que se definitivamente cierto, que el nombramiento de Massa en Economía frenó un tren que pareció ir derecho al precipicio. Cierto fue que la entronización se produjo en medio de una furiosa ofensiva de Cristina Kirchner contra Martín Guzmán que, en los hechos, auspició y utilizó el déenlace.
Dice un economica que conoce algunas entretelas del mundillo K: “Da la sensación de que se podía haber estado peor o mucho peor. Pero, ¿cómo estamos de verdad?
En su listón cuenta los siempre vivos shockes en la cima del Gobierno, o sea, Cristina versus Alberto o Cristina marcándole la cancha a Alberto.
Agrega, también, una inflación “altísima” que sigue comiéndose ingresos, sobre todo los de quienes tienen pocos ingresos y trabajo precario; además, las importaciones del tipo a unos sí ya otros no, las presiones recurrentes del dólar hijas de la incertidumbre y la desconfianza y la técnica de patear problemas para adelante.
A propósito, el azul acaba de tocar los 369 pesos, récord absoluto que superó en $ 129 o en un 54% a la cotización de 239, récord de entonces, que el viejo paralelo tenía a la caída de Guzmán. La brecha cambiaria anda en la zona del 100%, el tema corre sin freno y el Banco Central sigue, como siempre, flojo de reservas.
Además, algo que faltaba está dejando de faltar. Sin rodeos, las estadísticas oficiales declaran que el rebote de la economía empieza a garse: el EMAE, un indicador que el anticipado el PBI, se puso rojo en septiembre y octubre; la construcción tomó ese color en los últimos cuatro meses y la industria, desde julio.
Queda firme, eso sí, la epopeya de palabras y el supuesto muy supuesto de que el relato puede cambiarle la cara a la realidad. Pero si en manos del kirchnerismo eso nunca fue un capital suficiente o une capital que reemplazara el peso de la gestión, mucho menos lo es ahora, después de tres años en el poder y no precisamente tres años que se digan gloriosos.