ustedUna década después de la hambruna de 2011, que se cobró la vida de más de 250.000 personas en África oriental, la región se encuentra una vez más al borde de una catástrofe humanitaria. La comunidad internacional se comprometió a un solemne “nunca más”. No más hambrunas en la región, se deben implementar sistemas de alerta temprana y acción preventiva. Sin embargo, casi doce años después, Somalia y Etiopía definen con Afganistán a la cabezaLista de Vigilancia de Emergencia 2023 del Comité Internacional de Rescate (IRC), con más de 20 millones de personas pasando hambre en el contexto de la peor sequía en décadas en África Oriental.
Hace unas semanas viajamos a la región para conocer a nuestros equipos y las poblaciones afectadas por las crisis. Hemos visto cómo la vida de millones de personas se ha visto trastornada por el cambio climático, las crisis económicas y los conflictos armados. Lo que hemos visto es una ilustración desastrosa de cómo la comunidad internacional le está fallando a las poblaciones más vulnerables.
La lista de emergencia del IRC identifica los veinte países con mayor riesgo de declive humanitario en 2023. Pero su principal lección es que los desastres humanitarios son el resultado de una elección, no del destino. Al observar los veinte países que son significativos allí, está claro que el conflicto armado, la crisis climática y las conmociones económicas son los impulsores combinados que están inclinando a una minoría pero a una parte creciente de la población mundial hacia una crisis cada vez más profunda. A nivel mundial, las necesidades humanitarias se han cuadruplicado durante la última década al mismo tiempo que se han vuelto más concentradas. El 90% de los 340 millones de personas que necesitarán ayuda humanitaria el próximo año, y el 81% de todos los desplazados y refugiados, viven en estos veinte países, que representan apenas el 1,6% del producto interior bruto mundial.
Abuso del derecho de veto en la ONU
Los hallazgos que presentamos en la lista de emergencia explican por qué. Las murallas locales e internacionales que supuestamente debían proteger a las poblaciones afectadas por las crisis y evitar que cayesen al precipicio se están erosionando. Son, por ejemplo, las resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU destinadas a proteger a los civiles en tiempos de guerra y que ya no se adoptan por abuso del derecho de veto. Redes nacionales de seguridad social y servicios básicos debilitados por la crisis de la deuda de los países pobres. Respuestas humanitarias insuficientemente financiadas, excepto en Ucrania, donde afortunadamente existe la movilización internacional para ayudar a la población afectada de forma duradera por el conflicto y los crímenes de guerra.
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