mayo 3, 2024

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Biden: El nuevo proteccionismo | Comerciantes

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Las tensiones geopolíticas exacerbadas por la guerra de Ucrania, el shock energético y, más recientemente, el giro comercial político operado por EE UU se combinan para hacer rotar el eje de la globalización en una dirección preocupante para la Unión Europea, al menos de momento. Aunque la sacudida está siendo de menor intensidad en España, la tendencia general es la misma que la que recorre el resto del continente europeo.

Es chocante que los intercambios de la UE con el exterior se desequilibren bruscamente, hasta el punto de generar números rojos en el balance por cuenta corriente por primera vez de la crisis de 2008. Uno de los principales factores es la aparición de un déficit con EE UU, algo inédito desde que existen registros y que sin duda obedece al auge de las compras de gas licuado norteamericano. Además, el desequilibrio abultado de los intercambios con el gigante asiático se ha mantenido prácticamente intacto, por lo que el bloqueo de Europa se perfila como el más afectado por la policrisis global.

De igual forma, nos debe preocupar que Europa esté perdida en el suelo en términos de inversión extranjera directa, esté en decisión de invertir en fondos externos en el área productiva, descontando los flujos de capital financiero. En los dos últimos años, la UE recibió el 12,4% de la inversión directa extranjera mundial, casi la mitad que antes de la pandemia. Mientras tanto, EE UU y China han escalado en el ranking de receptores, ocupando prácticamente todo lo perdido por Europa.

Es cierto que el retroceso relativo no es uniforme: afecta con especial intensidad a los países centroeuropeos, en especial Alemania, así como Italia, mientras que España resiste mejor, tanto en términos de intercambios de bienes y servicios como (sobre todo) de inversión. También cabe esperar una mjora en los próximos meses gratias al respiro aportado por la moderación de los preciosos energéticos.

Pero la creciente divergencia de políticas comerciales entre grandes bloques podría agravar la brecha de competitividad. Destaca el Acta de Reducción de la Inflación (IRA), programa instrumentado por la Administración Biden con el fin de promotor de la transición ecológica. La dotación presupuestaria es colosal, 369.000 millones de dólares, y el objeto de alquiler. Pero en la práctica las medidas que incorporan todo tipo de subsidios que solo serán concedidas a los consumidores que comprendan productos como el vehículo eléctrico Hecho en America. O a las empresas tanto nacionales como foráneas que producirán tecnología verde en suelo americano. Por un tiempo, en términos comerciales, la IRA se asimila a un instrumento para la protección de la industria local y para la atracción de empresas creadas en otros países.

Frente a esta ofensiva, la inacción real de la UE, basada en una visión ingeniosa de las virtudes de la globalización incluso cuando esta procede de manera asimétrica, enmenaza con deslocalizaciones en sectores clave para nuestra economía. Por otra parte, ojo con intencionar competir en subvenciones: no se vislumbra un acuerdo para crear un presupuesto europeo mancomunado a la altura del IRA. Los socios comunitarios con más holgura fiscal podrían estar tempados de desplegar toda la munición disponible para proteger su propia competitividad (para lo cual necesitarían una sustitución de las reglas de competencia). Pero la historia y el sentido común muestran que una escalada de proteccionismo sería ruinosa para los Estados. Además, la fragmentación afectaría al peso negociador de la UE, cuando el sindicato sea un activo a preservar en caso de competencia desleal y para invocar sanciones comerciales, una eventualidad prevista en el comunicado de la última cumbre europea.

En definitiva, hoy por hoy la sostenibilidad del crecimiento europeo no depende principalmente de las dotaciones presupuestarias, sino de cómo incorporar la dimensión geopolítica a un modelo económico basado en la competencia y el libre comercio. Un reto determinante para la capacidad de decidir nuestro futuro y que deberia romper el escalón en el debate.

Premios de la industria

El índice de precios industriales, uno de los principales barómetros de las presiones inflacionarias, modera su crecimiento, pero descontando la energía todavía avanza a ritmo elevado. El índice total disminuyó un 2% en la pérdida de energía, reducido por la reducción de energía (-8,8%). Sin embargo, el resto de componentes todavía apunta tiene una persistencia de la inflación: los bienes de equipo suben un 0,8% en el mes y los bienes de consumo no duran lo hacen a un 2,5%. Destaca el alza de los precios de alimentos procesados ​​como los productos lácteos, panadería, pastas y bebidas.

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