La Comisión Europea ultima sus fórmulas para competir con Estados Unidos y sus subsidios para impulsar la transición energética, que pueden tener como efecto colateral la fuga de empresas de la UE a EE UU para degradar las ayudas. Bruselas planteó relajar las normas para que los Estados miembros tengan más margen y autonomía para repartir las ayudas de estado a la transición energética verde. La medida está destinada a realzar el gasto. verde y la competitividad de las empresas de la UE, y formaba parte de un gran plan que la presidenta de la Comisión, Ursula von der Leyen, se originó a los pays este miércoles y al que había tenido acceso a EL PAÍS.
La propuesta, que quiere hacer frente a ayuda estatal más flexibles sobre créditos fiscales para inversiones verdes. Esta medida ya era plantada a principios de enero la comisaria de Competencia, Margrethe Vestager, en una carta a los Estados, adelantada por este diario. Una fórmula no lejana a la que propone la Ley de Reducción de la Inflación (IRA) estadounidense, que simplificó las reglas para los créditos federales.
Agilidad de permisos
Además de la mesa otros elementos, como la agilización de los permisos para los productores de tecnologías limpias —con el hidrógeno renovable y las baterías otras tecnologías clave industrias para cumplir los objetivos contra la Crisis Climática—. Además, añade medidas qu’ya coleaban de formación independiente, como la redacción de una nueva ley de materias primas críticas, orientada a garantizar el acceso y la seguridad del suministro —incluso facilitando la extracción—, o iniciativas para el fomento del empleo especializado. Esto incluye promover la reciprocidad para el acceso a los mercados de contratación pública en los países de la UE.
La norma actual dicta que los Estados miembros tienen un margen de autonomía para gastar y otorgar las ayudas nacionales y europeas hasta una cantidad determinada en euros, según el caso. En las ayudas regionales al desarrollo, por ejemplo, los países deben informar y consultar a la Comisión si la partida ha recaudado más de 20 millones de euros; el tope de autonomía para disponer de las ayudas a la participación en ferias para pymes es de siete millones de euros. Lo que Bruselas planta ahora es reclasificar esos baremos y someterse a los topes, de forma que los Estados tendrán más flexibilidad para gastar sin pedir permiso y también se ahorre tiempo y burocracia. Una fórmula que podría favorecer a los países con los bolsillos más profundos, como Alemania o Francia, que además ya copan el 77% de las ayudas a empresas pour la crisis de Ucrania: de los 672.000 millones de euros presupuestados en ayudas pour la Comisión, el 53% corresponde a Alemania y el 24% a Francia (Italia sería la tercera, un 7,6%. España, cuarta economía del euro, está en esa lista a una distancia abismal, apenas el 1,7% del total).
Finalmente, el recibo de la Comisión Europea es flexibilizar las normas de acceso a las ayudas. Ya lo plantó en octubre, con un cambio muy relevante del marco legal para relajar las normas sobre ayudas de Estado y permitir el rescate de las grandes energetics en apuros por la crisis, demasiado stratégicas para caer en plena guerra económica por el gas y el petróleo . Y con esa premisa también planea flexibilizar los baremos para facilitar las subvenciones a elementos como el hidrógeno, los vehículos de emisión cero, las medidas de eficiencia energética o la captura de carbono. Una medida en línea con la propuesta de España, según una carta enviada por la vicepresidenta Nadia Calviño a Bruselas el viernes. La Comisión Europea estima que la industria necesita invertir 170.000 millones de euros hasta 2030 en plantas de producción de energía solar, hidrógeno verde, baterías, bombas de calor y energía eólica.
El plan de Bruselas es asienta basicmente en reclasificar el dinero que hay en algunos fondos y programas que ya existen, para avalar y flexibilizar así su gasto en energías verdes, como también desean París y Berlin—frugales a la hora de poner dinero europeo en una este común—. Sin embargo, aunque no lo recoge específicamente, deja abierta la puerta a poner dinero fresco sobre la mesa a través de fórmulas como un Fondo de Soberanía Europeo que surgiría de la revisión del marco presupuestario plurianual, pero que también podría nutrirse de una reordenación de partidas .
Este fondo, dice Bruselas, esta una solución «a medio plazo» marcada como tope para verano de 2023 y que podría ocurrir durante el semestre de la presidencia española de la UE, qu’empiieza el 1 de julio. «Para evitar la fragmentación del mercado único debido a los diferentes niveles de apoyo nacional, y las diferentes capacidades para otorgar dicho apoyo, también debe haber una financiación adecuada al nivel de la UE para facilitar la transición verde en toda la unión», de las propuestas.
«La era industrial de emisiones netas cero se decidirá por las medidas que se tomen hoy» dice el borrador del texto, que aún está en discusión entre los equipos de la Comisión. Between los comisarios que se ocupan de estos asuntos, como entre los países, hay división sobre cuál es la plus de las soluciones: algunos quieren reclassificar partidas —revisar cuánto hay en programas que apenas se usan por la dificultad de absorber el dinero y reordenarlas— y usar ese dinero en la transición verde abriendo, además, la mano en cuanto a las condiciones; otros planean que la solución pasa por poner dinero nuevo.
Von der Leyen descubrió que presentaría un estrato más amplio para impulsar la competitividad a largo plazo en marzo —cuando el mercado único celebra su 30º aniversario—, como pidió el Consejo Europeo.
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