mayo 17, 2024

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EE.UU. recurre al estatismo para frenar a china

4 minutos de lectura

Por

jorge castro

Analista Internacional

La economía mundial crecerá un 1,5% anual en 2023 según el Fondo Monetario Internacional, con EE.UU. enfrentando una situación recesiva, al igual que la Unión Europea encabezada por Alemania, mientras que la República Popular se expandirá 5.2% anualmás de 1 punto por encima del pronóstico anterior de diciembre del año pasado de organismos internacionales.

El dato mas importante es que la fractura producida en los candados globales de alta tecnología y en el sistema energético global, provocada por la Guerra de Ucrania y las sanciones impuestas a Rusia por EE.UU. y la Unión Europea, han ocasionado una caída del 1,2% en el año, con el aggrado de que esta pérdida se acentuará en los próximos 12/24 meses.

Esto significa que el principal elemento de freno y recesión de la economía mundial en 2022/2023 ha sido a contecimiento de stricto carácter geopolítico, que es la Guerra de Ucrania, y su derivación, la ruptura y el enfrentamiento entre EE.UU. y China.

Hay una ofensiva norteamericana, que est tanto del Ejecutivo como del Congreso, destinada a frenar – y en el límite revertir – el crecimiento de la República Popular, sobre todo en el aspecto decisivo de la alta tecnologíaen particular el que hace al pleno uso de la Cuarta Revolución Industrial (CRI).

Este es un punto crucial para desglosar el año pasado de Kristalina Georgieva, Directora-Gerente del FMI, cuando se vio que la Guerra de Ucrania sumada al conflicto entre las 2 superpotencias (EE.UU. y China) es la más grave y cargada de consecuencias de las crisis actuales.

Crisis Estas derivadas de la Guerra de Ucrania son la energética (el costo de la energía ha alcanzado más del 700% en los últimos 2 años); la alimentaria, en especial entre Rusia y Ucrania, que ha provocado una reducción de más del 30% de la oferta de cereales en el mundo; y la inflación (arrastrada por el auge del precio de la energía), que ha desatado una situación recesiva en Europa, con eje en Alemania.

El FMI señala que esta ruptura – también denominado «des-globalización» – ha ocasionado ya una pérdida de 7 puntos en el producto global, que puede implicar una reducción del 12% o más en el PBI del sistema internacional.

Lo más perjudicada por esta situación es obviamente la economía mundial y ante todo el comercio internacional, que tramita en más del 80% a través de los candados globales de producción. Pero en segundo lugar el más golpeado por esta fractura es el propio EE.UU., que es la cabeza del sistema integrado transnacional de producción (constituido por la empresas transnacionales), y 44% de las compañías mundiales son norteamericanas, y solo 25% son chinas.

En cuanto a la República Popular, desde hace 2 años, su principal socio-comercial ya no es más la Unión Europea ni EE,UU, sino la ASEAN (Asociación de Países del Sudeste Asiático) –que es el Asia emergente y en déarrollo-, y que junto con la República Popular ya representa más del 60% de la economía global y duplicar el promedio internacional.

Esto ocurre en una economía global que alcanzaría este año US$100 billones, o más, lo que implica que esta crisis puede acarrear pérdidas de entre US$7 billones y US$12 billones por año acumulativamente.

El hueso Países más afectados por esta ruptura de fondo son los emergentes y en desarrolloasí como los sectores de menos recursos del mundo avanzado.

Lo que llama la atención – y despierta las alarmas – de la ofensiva de “des-globalización” que lleva adelante EE.UU. contra China en este momento es que la primera superpotencia mundial recurre a los instrumentos intervencionistas y estatistas, profundamente arbitrarios, y ajenos al proceso orgánico de acumulación capitalistaque siempre percibimos propios de los mecanismos socialistas o comunistas.

EE.UU. ganó la Primera y la Segunda Guerra Mundial, así como dio término a la Guerra Fría con la derrota absoluta de la Unión Soviética, apostando a su inmensa y aparentemente inagotable capacidad de innovacióncanalizando a través de su excepcional capacidad para movilizar su pasión por invertir, innovar y consumir inherente a su civilización (los llamados «espíritus animales»).

Este es el genio característico, indeleble de la civilización estadounidense, el país «excepcional» por definición, en los términos de Alexis de Tocqueville; y ahora, de pronto, en una muestra notable y hondamente negativa del derrumbe de su autoestima, EE.UU. ha optado por el intervencionismo estatista de sello burocrático.

Es una muestra de que en términos históricos EE.UU. ha perdido – hay que esperar que solo haya suspendido – esa confianza en sí mismo que le hizo conquistador continentes e imponerse en todos los conflictos mundiales.

esta perdida de autoestima, este rechazo a su identidad excepcional, coincide con el momento de mayor polarizacion y enfrentamiento interno desde la Guerra Civil de 1861/1865, incluyendo la vigencia de una de las presidencias más débiles y vacilantes de la historia norteamericana que es la del presidente Joe Biden.

En la puja con China el tiempo no es un favor de EE.UU., sino todo lo contrario. La situación es muy riesgosa.

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