abril 27, 2024

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“En Afganistán, el imperativo humanitario debe prevalecer sobre todas las consideraciones”

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Un año y medio después de que los talibanes tomaran el poder, el pueblo afgano atraviesa su peor crisis humanitaria. Dos de cada tres afganos se encuentran en emergencia humanitaria, más de 20 millones de personas incluidos casi 4 millones de niños susceptibles a una grave crisis alimentaria, y la situación sigue deteriorándose.

El régimen talibán prohibió el acceso a la educación a mujeres y niñas hace un año. Y desde el 24 de diciembre de 2022, las mujeres ahora tienen prohibido trabajar para organizaciones no gubernamentales (ONG). Sin embargo, los actores humanitarios, las Naciones Unidas, el Comité Internacional de la Cruz Roja y las ONG son, desde el 15 de agosto de 2021, las únicas organizaciones aún presentes en el país y activas con la población.

Prohibir a las mujeres realizar actividades humanitarias priva directamente de asistencia a todas las mujeres y niñas más afectadas por la crisis. Y hace que las mujeres y sus familias afectadas por esta prohibición sean aún más vulnerables. Es encerrar la miseria en la injusticia legalizada.

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Las decisiones del poder de turno están en perfecta contradicción con los derechos humanos más fundamentales, y totalmente contraproducentes frente a las inmensas necesidades vitales de la población. Pero el contexto afgano también está marcado por las opciones de la comunidad internacional. Desde el 15 de agosto de 2021, las ayudas estructurales están paradas. Se incrementan en un 40% de los recursos del país. Su arresto ha puesto de rodillas a los sistemas de salud, protección social y educación.

Negociar con las autoridades

Esto se suma a la congelación de los activos afganos, el régimen de sanciones y sus consecuencias sobre la capacidad de trabajo de los trabajadores humanitarios. La resolución 2664 organiza las excepciones esperadas por las ONG, pero se limita al régimen de sanciones de Naciones Unidas. Persisten demasiadas limitaciones de las remesas que obstaculizan la asistencia humanitaria. Sin embargo, esta sigue siendo la última posibilidad de combatir la crisis con medios insuficientes. El llamamiento de Naciones Unidas solo se cubrió en un 75% en 2022 (algo más de 3.000 millones de euros). La de 2023 estima las necesidades en 4.240 millones, sin certeza de poder movilizar los fondos necesarios.

Es en este contexto de múltiples limitaciones que la población lucha contra la peor crisis humanitaria y espera que la ayuda se mantenga y aumente. En esta especie de vicio humanitario y político que es el país, Naciones Unidas y las ONG son hoy los únicos organismos internacionales en Afganistán que ganan con las autoridades y despejan el camino entre el encierro ideológico del régimen, su destierro de la comunidad internacional. y la inmensidad de las necesidades de una población que ha sido reiteradamente victimizada.

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