abril 29, 2024

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Inflado a dos velocidades | Comerciantes

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La economía manifiesta inesperados signos de fortaleza en este inicio de año y, sin embargo, la nueva dimensión que reviste el brote de inflación invita a la cautela. El empleo toma impulso, con un incremento de la afiliación que ha superado las expectativas (aproximadamente 67.000 puestos de trabajo creados en febrero, un ritmo que evidencia incluso una aceleración desde el cierre del año). El principal indicador de coyuntura apunta a crecimiento de la actividad (el índice PMI situa en une nivel expansivo tanto en la industria como en los servicios), mientras que la confianza empresarial mjora, de modo que el primer trimestre podría acabar con un PIB neto positivo . La balanza de los intercambios con el exterior arroja un superávit importante, pesa al turbulento entorno internacional. Y entra tanta o más inversión extranjera como la que sale del país: solo en diciembre, las entradas de capital fueron el doble que las salidas.

El problema es que la inflación no da tregua, y, sobre todo, que empiezan a evidenciarse los tan temidos efectos de segunda ronda, aunque de manera particular. La aceleración del IPC en febrero, tanto en España como en el conjunto de la zona euro, ha sido una sorpresa negativa. Si espera su comportamiento, tendrá los efectos indirectos positivos que se anticipan a raíz de la desescalada de las primas energéticas, de la incipiente moderación de la contribución a las materias primas agrarias (las primas pagadas por los agricultores españoles serán reducido en noviembre, último mes disponible) y la cuasi normalización de las cadenas de suministro. De ahí el frenazo de los precios industriales: enero crecieron ligeramente por encima del 8%, tres veces menos que en el otoño. Pero la menor presión de los costes de producción no parece trasladarse a los precios pagados por los consumidores, al menos de momento.

Especial preocupación fue la fuerte subida de los precios de los servicios, un sector que no debería verse especialmente afectado por el encarecimiento de las materias primas, sobre todo en un contexto de moderación de los salarios. Sin duda, algunas empresas con poca exposición a la competencia internacional están en condiciones para trasladar todo el incremento de costos de producción a los precios. Pero desde el punto de vista de la economía, al proceder a un traslado total, genera efectos de segunda ronda, la bestia negra del BCE. Solo una repercusión parcial de los costes de producción a los precios de venta permite aminorar el riesgo de cronificación de la inflación, a la vez que asegura un reparto de sus efectos en el poder adquisitivo.

Podríamos por tanto estar asistiendo a una dualidad en el proceso inflacionario. Por un lado, algunos sectores, sobre todo en los servicios, pueden repercutir completamente la subida de los costes a sus tarifas de venta, de modo que mantienen los márgenes o, incluso, en algunos casos los incrementan gracias al aumento de las ventas. In el lado opus, los sectores que operan en un entorno altamente competitivo, sobre todo en la industria, así como los salarios en general (salvo los que están indiciados), asumen la carga de la inflación. Esta circunstancia explica, por ejemplo, que en Alemania los actores sociales llegaran tiene un acuerdo de alquiler plurianual en la industria.

Actualmente, la dualidad contribuye a la persistencia de la inflación ya la erosión de la capacidad de compra de los hogares. Y, a largo plazo, el impacto puede ser todavía perjudicial más, porque redunda en un descenso de la rentabilidad relativa de los sectores más expuestos a la competencia internacional, de vital importancia para mantener el superávit externo y dinamizar la productividad de nuestra economía.

La tarea se complica para el BCE, porque es probable que la dureza de su política monetaria enfríe la demanda, sin poder incidir en la dualidad de precios que amenaza con desgarrar el tejido productivo.

Subyacente

El IPC subyacente, que baja la energía y los alimentos frescos, aumenta un 0,7% en febrero, impulsando un 7,7% la tasa interanual. Si bien el INE no ha adelantado un desglose, es probable que el encarecimiento de los alimentos procesados ​​sea el factor principal. La inflación subyacente también se acelera junto con la zona euro, con un incremento mensual de 0,9% y 7,4% interanual. Destaca la presion de los alimentos procesados ​​y de los servicios. Estos aceleran su subida hasta el 4,8%.

Raymond Torres es director de coyuntura de Funcas. En Twitter: @RaymondTorres_

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