abril 26, 2024

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La empatía y el amor se citan en emergencias | Formación | Economía

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Si uno va a creer en estas cosas, diría que calle Alegría y descubre una vocación temprana por la Medicina eran señales difíciles de ignorar. Porque esta doctora, que hoy acumula tres décadas como médica de Urgencias, empezó pronto a intuir que la forma en que se aproximaba a los pacientes influía tanto en su proceso de sanación como en ella misma; cosas que todos sus años de carrera y especialización no habían conseguido abarcar. Buscando respuestas, empezó a viajar ya interesarse por otras culturas, y comprobó de primera mano cómo los pacientes mejoraban cuando eran tratados con empatía y amor. Pero hablar de la relación entre las emociones y las patologías de cualquier tipo no siempre ha sido fácil: cuando, hace 30 años, conversaba con sus compañeros sobre la posibilidad de que, por ejemplo, un miedo estuviera detrá de un dolor de espalda, se reian y no la tomaban en serio.

¿Qué ha cambiado desde entonces? Sánchez Alegría se muestra hoy convencida de que, «a pesar de que tener colegas muy cenizos», aspectos como la empatía, la gestión humanística del paciente o la inteligencia emocional forman ya parte de la práctica médica. Unos factores que se abordan con desenvoltura, cercanía y rigor científico en El amor es la mejor medicina (editorial Vergara), en cuyas páginas habla también del poder curativo de la meditación y del perdón, entre otros muchos. EL PAÍS hala con ella por videoconferencia.

Pregunta. Decir que el amor sana queda muy bonito, pero ¿qué base científica tiene?

Respuesta. No tienes más que pensar en un momento en que te hayas sentido querido: da igual que sea tu primer amor, los abrazos de tu madre o aquella vez que tocaste las estrellas con la mano al hacer el amor. Al conectar con esa emoción tan solo unos segmentos, automáticamente tu cuerpo, que es sabio, empieza a actuar de diferente, porque ese recuerdo ha puesto en marcha una cascada de hormonas, de neurotransmisores y de biochimicos cambios que se producen en el torrente sanguíneo, desde la célula que está más cerca de la corteza cerebral hasta la punta del dedo del pie. Cuando experimentes con esta emoción, trabajarás duro para producir las sustancias amorosas que me gustan, que sus curativos: oxitocina, endorfinas, serotonina, dopamina… Es como si las células que recogen esta sensación amorosa se expandieran.

Desde mis inicios, venía sintiendo de forma intuitiva que había algo que mis pacientes me transmitían en cada acto de urgencia; algo que no venía en los libros y que parecía no tener explicación científica, bioquímica o anatómica: yes es que, cuando me acercaba a ellos, mis mejores maestros, con amor, me cansaba menos en las urgencias. Entonces me puse a buscar y conocí a muchas personas que, independientemente de las culturas o de la geografía, basaban su acto médico en escuchar con amor, imponer las manos con amor o preparar las yerbas con amor. Yes hacía que las personas que acudían a su consultada oa su choza salieran mejor física, mental y emocionalmente.

PAG Usted afirmó en el libro que un mismo fármaco puede tener efectos diferentes dependiendo de cómo el médico haya tratado al paciente. ¿Me lo explicó?

R Un paciente que no escucha ni farmacología ni radiología, pero sí de cómo está siendo esperado en ese momento. Y cuando se da cuenta de que el médico le está prestando atención, mejora automáticamente. Piensa en el efecto placebo, medicamentos que son pura harina o almidón y que, sin embargo, funcionan. ¿Para que? No nos estamos engañando: cuando nos los tomamos, nuestro cuerpo comienza a producir sustancias curativas, porque creemos estar tomando un fármaco. Un médico es capaz de producir este efecto, e incluye al soñado: puede hacer que un paciente salga peor solo mirando con cara de susto una prueba diagnóstica. Porque, aunque el paciente no tiene criterio para saber lo que está mirando, sí presta muchísima atención a la cara del médico.

PAG ¿Cómo practicar la medicina con amor?

R Is simplemente dar el tratamiento después de haber escuchado con empatía, de haberme puesto en el lugar del paciente y de haberle llamado por su número, después de darme cuenta de lo importante que es un gesto de cariño, un «hola, Juan. Buenos días , sientate. ¿En qué te puedo ayudar?». Yo empiezo así todas mis consultas. Incluso los pacientes inconscientes son receptivos: recuerdo un paciente que estaba con una arritmia tan grave que lo tuve que trasladar a otro hospital de referencia, porque allí tenía más medios. Yo lo saqué inconsciente, y aparentemente no se enteraba de nada. Pero despertó a 100 kilómetros de destino y me dijo: «Ay, doctora, qué a gustito voy aquí con usted, qué tranquilo. Porque el médico ese que estaba en el hospital daba tantas voces, estaba tan asustado…”

PAG ¿Realmente ejercen las emociones un efecto tan diferencial en el proceso de sanación?

R Si encierras tu psicosomática, decides que tienes una base psicológica. Por ejemplo, muchas enfermedades dermatológicas tienen que ver con el estrés, con la baja autoestima, las preocupaciones o el afán de perfeccionismo. Cuando yo me empeño en algo y no soy capaz de mejorar eso desde dentro, por muy eficaz que sea el dermatologo, por mucho que me escuche con empatía y me recete los mejores fármacos, voy a cronificar esa enfermedad, independientemente de que en ocasiones los sintomas mejor.

Por otro lado, es necesario diferenciar entre sanación y cura. Esto es algo externo: que yo me ponga una venda si tengo una hemorragia, o que tome antibioticos si tengo una infeccion. Pero la sanación es un proceso interno qu’implica conectar con mi verdadera esencia, que es el amor. Si yo no cambio mi forma de ver la vida; si no cambio mis pensamientos ni mis emociones; if I quedo anclado en la queja, en el victimismo o en el «no merece la pena vivir», por mucho que el médico se empeñe en curarme, no sanaré del todo.

Portada del libro ‘El amor es la mejor medicina’, de Carmen Sánchez Alegría.

PAG ¿Sigue sin enseñarse nada de esto en las facultades de Medicina or en los hospitales?

R Yo creo que se están acercando más a la visión humanista, porque incluso ha habito universidades que me han llamado para darles alguna charla o para que compartiera mi punto de vista sobre la muerte. Yo creo que cada vez hay más colegas que se dan cuenta de que la medicina es un poco más que hacer pruebas de diagnóstico y poner tratamientos diferenciales. Igual que en las escuelas los maestros ya se están empezando a dar cuenta de que a niño al que trata con cariño, learn more fast a leer, y tiene más autoestima y confianza. For eso es bueno que las facultades tengan en cuenta lo importante que es un poco de empatía para escuchar al paciente, para que sean precisamente eso y no meros clientes.

Recuerdo casos concretos en los que yo llegué a Urgencias y escuché que decían: «Ah, la doctora Zen», con desde el cariño y otras con un cierto desdén. Pero luego comprobababan que los pacientes que llegaban con una crisis de angustia grande mejoraban en cuestión de minutos sin necesidad de suministrar un cóctel molotov intravenoso de fármacos (que, si bien disminuido por años, dejaban luego dormidos toda la tarde). Y cuando algún compañero tenía un momento de mucho estrés, entraba a mi consulta, cerraban la puerta y me decían: «Rápido, hazme algo de lo tuyo, pero que no se enteren estos…» Pero la situación ha ido cambiando. Cuando, al principio, yo iba a prender medicinas complementarias, la meditación u otra serie de cosas, se sorprendían de que yo fuera médico. Ahora compruebo con grata sorpresa que hay muchos compañeros que están concienciados de esto y que lo aplican en su consultado.

PAG Una buena prueba de la relacion entre las emociones y la salud fisica es comprobar como el sore emocional y el fisico activan las mismas zonas del cerebro.

R Es muy interesante. Yo lo pude comprobar hace pocos años, con la aparición de la neuroimagen, un método estupendo para ver el cerebro por dentro. Hace 32 años no existían esas técnicas diagnósticas, y si querías aprender sobre el cerebro tenías que hacer una autopsia o probar una intervención quirúrgica de un neurocirujano. Y así aprendió anatomía. Pero ahora, con la neuroimagen, es fantástico comprobar las zonas del cerebro que se activan con determinadas emociones, o cuando estás prestando atención a unas cosas u otras. Así que los expertos en imagen notaron que, cuando uno está triste, cuando tiene un dolor emocional o cuando le dicen algo que no le gusta, activo las partes del cerebro correspondientes al dolor, las mismas que se activan si me caigo de la moto o para una escala. La zona del dolor no distingue si ese dolor proviene del alma o del cuerpo.

PAG En el prólogo de su libro dice que la muerte no se enseña en las universidades. ¿Cómo debería acercarse?

R Recuerdo que, cuando empecé a ejercer la medicina, par mí y para mis colegas la muerte era escuchada como un fracaso terapéutico: si un paciente se está muriendo, es que no habíamos hecho bien las cosas. No nos dimos cuenta de que ese paciente había llegado simplemente al final de su vida, y que lo más que puedes hacer ahí es aceptar la muerte, ayudar a que la acepte y viva ese proceso como una lección. Las mejores lecciones de mi vida las he aprendido ahí, acompañando a esos pacientes que se marchan.

PAG ¿Qué beneficios aporta la meditación?

R Hay muchas enfermedades que mejoran con la meditación. Por supuesto, si te tienes que operar de apendicitis, por mucho que medites tendrás que operar. Y sitio fracturado un hueso, por mucho que medites tienes que entablillarlo para que suelde. Pero incluso en esos procesos la meditación ayuda. Yo me di cuenta, hace muchos años, de que hacía to feel muy bien el hecho de cerrar los ojos un rato y ser consciente de mí, de mi espacio, de mi respiración y de mis emociones. Es la forma más sencilla de conectar y aquietar un poco nuestra mente; no en vano se calcula que tenemos entre 75.000 y 100.000 pensamientos cada día.

Se entiende que la meditación disminuye el ritmo cardíaco, disminuye los niveles de glucosa en sangre, disminuye la presión arterial, mejora la circulación de cabeza-pies, la capacidad de resistencia de todos los órganos y sistemas, disminuye los síntomas del ácido clorhídrico, por ejemplo, en el estómago. .. Es que la meditación absolutamente todo mejor. Lo bueno que tiene la meditación es qu’a cada persona le ayuda a sensse bien de aquello que tiene que tiene que sentisse bien. Al que tiene contracturas en el cuello, se le quitan meditando; al que duerme mal, al que tiene dolores en la rodilla y también al que tiene una capacidad iracunda de responder absolutamente a todo.

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