mayo 6, 2024

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Las empresas se vulcan en proteger sus beneficios y alimentar la espiral inflacionista en la zona euro | Economía

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El «Pacto de rentas» es uno de los conceptos que más manidos están en los últimos tiempos. Cuando la inflación empezó a apuntar maneras, el debate económico se volvió casi monotemático: había que evitar una espiral precios-salarios-precios que pusiese las cosas aún más feas a largo plazo. Más de un año después, son los beneficios empresariales (y no los sueldos) los que están espoleando la crecida inflacionaria en la eurozona. Una realidad particularmente visible ahora, cuando la energía y las materias primas han dejado de ser el ingrediente principal del cóctel explosivo que trae de cabeza a hogares y autoridades económicas.

Los datos del Banco Central Europeo (BCE) son elocuentes. En una reciente presentación a analistas, el jefe económico de la institución, Philip Lane, deslizó que a finales de 2022 los empresarios habían crecido el doble que los costes laborales respecto al primer trimestre del año. Esa tendencia se produjo, sobre todo, en el sector agrícola —los alimentos están ahora en el ojo del huracán—, los servicios vinculados a hotelería, restauración y ocio —que tuvieron que cerrardurante la pandemia y que ahora están haciendo su agosto—, además de en la industria y la energia.

Esa dinámica, según Lane, se ha centuado a lo largo del último año, dando la vuelta a lo que había ocurrido en los ejercicios anteriores. Paralelamente, la preocupación del Eurobanco no ha dejado de crecer: los datos fueron analizados en un cónclave de banqueros centrales celebrado en Finlandia a finales de febrero. Segundo publicó Reuters, y explicando las fuentes conocedoras de ese encuentro, las economicas del BCE pasaron dos docenas de diapositivas que mostraron como las empresas estaban disminuyendo sus márgenes, y no al reves, como cabía esperar ante las subidas de los costes. A partir de ese momento, la narrativa de la autoridad monetaria empezó a cambiar.

Hasta entonces, la presidenta del instituto emisor, Christine Lagarde, siempre había advertido además comparación sobre el peligro de que una posible carrera sufriera los salarios acabase alimentando la espiral inflacionista. Los costes laborales finalmente aumentaron hasta el 5,7% en la Eurozona en el trimestre de 2022, según Eurostat, con España en el furgón de cola, mientras que la inflación se situó en el 9,2%. Es decir, no igualaron el alza de precios. Precisamente, el Banco de España publicaba una información que indica que las empresas españolas se duplicaron en 2022, para que mejoraran su rentabilidad.

Con esos nuevos datos en la mano, Lagarde introdujo la variable de los márgenes en su discurso para posteriormente impulsar una suerte de pacto de rentas. «Muchas empresas pueden aumentar sus márgenes de beneficio en sectores que enfrentan una oferta restringida y una demande alza», confirmó el banco central en la calle de prensa posterior a la última reunión del Consejo de Gobierno del BCE. En el turno de preguntas, la francesa abogó por «un reparto adecuado de la carga» de lo que calificó como un «cuasi-impuesto». “Lo que nos preocupa es, cualquiera que sea el reparto de la carga, si eso se convierte en el efecto de segunda ronda que, francamente, no queremos ver”, afirmó.

Estamos, segun isabel weber, profesor de la Universidad de Massachusetts, presentó un episodio de “inflación de vendedores: su principal motor está siendo una espiral de precios-precios”, sentencia por correo electrónico. “Este episodio empezó con la ruptura de los candados de suministro, luego siguió con la energía y los alimentos… Pero esos choques se han ido absorbiendo, mayoritariamente”, recordó Xosé Carlos Arias, catedrático de Economía Aplicada de la Universidad de Vigo. «Ahora el elemento principal que queda es el de los márgenes empresariales: se ha hablado mucho de los salarios, pero la cuerda se está rompiendo por el otro lado. A estas alturas es difícil tener una impresión diferente de esa», apunta, sin atisbo de duda.

En la misma línea, Jan Eckout, de la Barcelona School of Economics, destaca un “aumento sustancial” de los beneficios empresariales. «En gran medida, porque han tenido un aumento nominal de ingresos y no han tenido que hacer frente a subidas payas». Se escala, dados, es un jefe generalizado.

El mero hecho de que las empresas están trasladando el grueso de su aumento de costos al precio de venta de sus productos y servicios «ya es inflación, incluso si no aumentan sus márgenes», recuerda Raymond Torres. El director de coyuntura de Funcas observó, no obstante, una «gran heterogeneidad entre sectores: en los que hay competencia, no se está trasladando a precios el 100% del aumento de costes». Una realidad, dice, que obliga a «repensar» el entorno competitivo de industrias enteras: «El problema de fondo es esa falta de competencia».

La destrucción de la habilidad, por ejemplo, puede ser un factor que explique también el aumento de ganancias en la posada. “Durante la pandemia vimos cómo desaparecieron algunas empresas. No sabemos aún capacidad productiva se ha destruido y si los que han quedado han podido sufrir márgenes a raíz de ello”, sostiene Rafael Doménech, responsable de Análisis Económico de BBVA Research. Doménech, que advierte de que esos márgenes pueden reflejar también los gobiernos fiscales, sostiene que el mercado acaba corrigiendo esas subidas con la irrupción de una mayor competencia. Pero eso implica tiempo.

La teoría clásica dice que los episodios de inflación tienden a investigarse a través de una espiral precios-salarios. «Esta vez, sin embargo, se puede afirmar taxativamente que la subida real de precios no responde a los salarios que, más bien, se están quedando rezagados y que no están teniendo ningún impacto», opinó Arias, también coautor de Laberintos de la prosperidad (Galaxia Gutenberg, 2021). «Hay quien, desde el principio, vio la necesidad de un pacto de rentas solo por un lado: el del control de los salarios. Pero no es así: debería afectar a todos los agentes de la economía, también a los empresarios. un problema de rentas sobre la inflación, ese margen de muchas compañías”.

Ojos del ayer para problemas del hoy

La última vez que Europa presenció un episodio de inflación fuerte fue en la década de los ochenta. Y las cicatrices siguen presentes hoy en la forma en la que analizamos el fenómeno, sus causas y sus consecuencias. “En aquel momento, sin embargo, la realidad era otra”, recuerda Torres al otro lado del teléfono. «El poder de negociación de los trabajadores ha caído desde entonces, pero miramos a los efectos de segunda ronda con los ojos de hace 40 años y no con los de hoy. Es une error», resuelve.

Andrés Glover, Economista Jefe de la Reserva Federal de Kansas City y autor de un trabajo más exhaustivo, sobrio como las ganancias empresariales han alimentado la escalada de precios, crea, a cambio, que la inflación inducida por los beneficios no es más que el prolegómeno de a period in el que los salarios tomarán el relevo. «Es difícil diferenciar las espirales precios-salarios de las de precios-beneficios, porque las empresas no solo fijan sus precios de venta en función de sus costes de producción actuales, sino también de las expectativas», explicó por correo electrónico. «Y, si prevén un aumento rápido de los costes laborales el año que viene, suben precios y eso se traduce en mayores márgenes y beneficios [a corto plazo]”.

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