mayo 15, 2024

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Nuevo factor de resiliencia para la economía española | Comerciantes

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Que la economía española haya capeado mejor de lo vaticinado las consecuencias de la crisis energética, de la inflación y de una guerra, es ya una evidencia. La pregunta es hasta qué punto puede seguir sorprendiendo. Para responder, además de realizar un ejercicio de humildad, es importante identificar la sostenibilidad de los principales pilares del impulso. Algunas, como la estabilización de los mercados energéticos o la normalización del turismo, seguirán teniendo un impacto positivo, pero cada vez menor al tratarse de fenómenos por naturaleza transitorios.

Otros, como consecuencia de la exportación de productos industriales y servicios turísticos, incentivados por la posición competitiva de nuevas empresas, parecen más sólidos. Es una palabra que el sector exterior tiene de lado el principal artificio del crecimiento del último ejercicio pasado (de ahí buena parte del error de visión). Sin embargo, el debilitamiento de los mercados europeos deja escaso margen de sorpresa. La fuerte caída de los indicadores de coyuntura de la zona euro es preocupante y se ha respetado.

Asimismo, se percibe una desaceleración del mercado laboral, que ha sido otro factor importante de resiliencia en esta etapa. Ante el riesgo de no disponer de personal suficiente durante el periodo vacacional, las empresas han adelantado los contratos durante la primavera, de modo que ningún cabe ha esperado grandes avances. Los datos de afiliación de junio, menos boyantes que la norma para un inicio de temporada, ya apuntan en esta dirección.

Pero la principal incógnita radica en la pugna entre dos fuerzas contrapuestas: las subidas de tipos de interés, y, por otra parte, el restablecimiento del poder adquisitivo de los salarios y su posible efecto en el consumo. La desescalada de los precios de las materias primas energéticas y de las que entran en la cadena alimentaria está ayudando a doublegar el IPC. Asimismo, se espera una disipación de la presión alcista de los beneficios empresariales, que ya se sitúan por encima de los valores previos a la pandemia en términos agregados (con enormes diferencias entre sectores, según los datos de la Agencia Tributaria), en un contexto expectativas debilitantes.

Todo ello apunta a una paulatina desaceleración del IPC, que coincide con el repunte de los salarios: éstos crecen ya por encima del 3% (en concepto de salarios pactados), dejando atrás el período de erosión de la capacidad de compra de los hogares que se inicia con el brote inflacionario. El alza de las remuneraciones en relación a los precios, en consonancia con el acuerdo salarial, aportará un respiro al consumo, muy alicaído últimamente. Sin embargo, este efecto estará sin duda limitado a corto plazo, hay que los hogares querrán asegurarse de que ese más de ingresos sea sostenible antes de gastarlo.

Entre tanto, el BCE, preocupó por las presiones subyacentes en Alemania y otros países del núcleo duro del euro, seguirá sufrido tipos de interés: nos asomamos a una nueva vuelta de tuca este mismo mes, y otra después del verano, lo que llevará el Euribor a nuevos máximos. Los tipos de interés se mantendrán en este nivel durante un tiempo bajo, hasta que el gurú monetario considera que el proceso de desinflación es irreversible.

Con todo, el ciclo de restricción monetaria pesará no obstante sobre la coyuntura —ya ha dado pie has a descenso de los préstamos de nueva concesión a empresas y particulares—. El ejercicio podría acabar con un crecimiento del PIB superior al 2%, gracias a la recuperación progresiva de los salarios unidos al efecto arrastre asociado al buen inicio de año. Pero, con la desaparición de este último factor, una red slackening parece inevitable para 2024. Eso, siempre y cuando la política monetaria no reaccione en exceso, ni que los costes financiersos desaparezcan —siendo éste el principal riesgo de previsión—. Por el contrario, el entorno de recuperación de renta disponible de los hogares podría abrir la vía a una trayectoria económica más favorable de lo anticipado.

Balance externo

El saldo de los gastos de la cuenta correspondiente a la economía española proporcionará un superávit histórico durante el primer trimestre de este año, por importe de 10.300 millones de euros, la mayor cifra de un primer trimestre de toda la serie histórica sobria que hay datos disponible. El déficit de la balanza comercial de bienes se reduce respecto al mismo periodo del año pasado, pero el superávit de las balanzas de servicios, a veces turísticos como no turísticos, creció de forma notable, solo compensado mínimamente por un ligero incremento de los pagos netos al exterior por rentas de la propiedad.

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