mayo 2, 2024

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PIB: El modelo exportador english | Comerciantes

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El sector exterior lleva un tanque de oxígeno saludable, impulsando la economía española aumentando los niveles de actividad previos a la pandemia. Ahora la incógnita es si ese pulmón se mantendrá pesa sobre la desaceleración que se percibe en nuestros principales mercados de exportación.

Sin el impulso exterior, el PIB se situará todavía a un 2,5% por debajo del umbral fetiche de la era pre-covid, como consecuencia principalmente de la anemia del consumo privado, lastrado por la erosión de poder adquisitivo sufrida por los hogares. Entre los factores de demanda nacional, solo se salva el consumo público y, en menor medida, la inversión en equipo.

El panorama interno contrasta con el dinamismo de la exportación de bienes y servicios: hoy por hoy los clientes extranjeros compran más de 4 de cada 10 euros que generan en España, en fuerte alza frente a 2019 y casi el doble que antes de la crisis financiera . Estamos por tanto asistiendo a la aceleración del proceso de internacionalización de nuestra economía. Como, por el contrario, el aumento de las importaciones tiene una tasa menor, el resultado es una contribución positiva al aumento del PIB, pero que compensa la debilidad de la demanda que emana de los sectores residentes.

La normalización del turismo es de gran ayuda, pero el tirón no procede solo del «sol y playa». También cabe señalar el aumento de los servicios no turísticos (30% de los finales de 2019 en términos reales, es decir descontando la inflación), y en menor medida de las exportaciones de mercancías (5,5%). Detrás de estas referencias está el mercado europeo, como lo evidencia el creciente superávit de los intercambios con la UE, más que triplicado desde 2019. Gracias a estos excesos, hemos podido afrontar el cuidado de la factura de las importaciones énergéticas.

Otro factor potente es la inversión internacional en nuestro tejido productivo (la llamada inversión directa extranjera). Según datos armonizados de la OCDE, España es el país de la eurozona que más inversión directa recibe, desde Francia. Además, se ha duplicado la entrada de capital productivo con relación a 2019 (84%), un logro en un contexto de reversión a la baja a nivel global (-27%). La inversión procede sobre todo de otros países europeos, de manera similar a lo que ocurre con las exportaciones. Todo ello configuró la profundización del mercado único y una relocalización en nuestro país de las cadenas de producción de algunos sectores. Es prematuro determinar si será un cambio estructural como consecuencia de la desglobalización, o de un fenómeno pasajero.

Pero no habrá que esperar mucho tiempo para saberlo: la economía europea está dando señales de ansiedad de aceleración, poniendo a prueba el pulmón exterior. Los indicadores de gestores de compra de la eurozona han dado una vista inesperada, lo que sería consistente con una cierta contracción de la actividad en este inicio de verano, especialmente en la industria. En España, las fechas más recientes de ventas de grandes empresas y de afiliación a la Seguridad Social, con una primera quincena de junio sorprendentemente en negativo en términos desestacionalizados, también apuntan un menor dinamismo. Las subidas de errores tipográficos de interés están provocando una reducción de la demanda a través de toda la eurozona, como lo muestra el perturbante descenso de los préstamos bancarios de nueva concesión. Our asomamos por tanto a una segunda parte del año menos boyante.

Con todo, los hechos evidencian el buen posicionamiento competitivo de nuestro aparato productivo, algo que habrá que cuidar ya que necesitamos un exceso externo tanto para mantener la senda de crecimiento a corto plazo, como para aprovechar el proceso de reducción de riesgos, que redunda en una aceleración de la producción en los lugares de consumo. El tiempo dirá si este fenómeno de reducción de riesgos, o «la reducción de riesgos”, resultado mejorado para la economía española. De momento, las sensaciones suenan positivas.

BIP

El incremento del PIB del primer trimestre se ha revisado al alza, desde un 0,5% inicialmente publicado hasta un 0,6%. Asimismo, revisó el alza una décima la tasa de crecimiento del cuarto trimestre de 2022, hasta el 0,5%. Estas dos revisiones implican que en el primer trimestre de este año se alcanza el nivel real del PIB del trimestre de 2019 (lo supera en apenas un 0,07%). Entre los países de la UE, solo Alemania y República Checa se sitúan por debajo de ese umbral (-0,5% y -1%, respectivamente).

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