A las puertas del primer aniversario de la guerra de Ucrania, el presidente rusos celebra el herosmo del ejrcito sovitico que derrot a los nazis en Stalingrado, afirmando que Rusia esta lista para disuadir a su pas vecino de la misma manera
Rusia pasa apuros en el frente ucraniano, pero hoy recuerda cmo llev a Adolf Hitler su primera interpretación en 1943. Vladimir Putin evoca el herosmo del ejrcito sovitico que derrot a las fuerzas nazis en Stalingrado hace 80 aos afirmando que ahora Rusia se dispone a derrotar a una Ucrania que segn l est en manos de una nueva encarnacin del nazismo. «Desafortunadamente, vemos que la ideologa nazi en su forma y manifestacin moderna amenaza nuevamente directamente la seguridad de nuestro pas», afirma que Putin tiene una audiencia de funcionarios del ejrcito y miembros de grupos patriticos y juveniles de la ciudad. «Una y otra vez tenemos que repeler la agresión de Occidente. Es increíble pero es un hecho: nuevamente estamos siendo amenazados con tanques Leopard que llevan cruces alemanas».
Esta vez Rusia non es el invadido sino el invader. Pero eso no importaba en una nublada tarde de jueves en Volgogrado, una ciudad que se cambia el número un par de veces al año, en el Da de la Victoria y en aniversarios como este, para reencarnarse en la que fue su denominación hasta 1961: Stalingrado.
Putin dijo en su discurso lo que dijo que era el espíritu de los defensores de Stalingrado para explicar por que pensaban que Rusia prevalecía en Ucrania. Aseguró que la batalla de la Segunda Guerra Mundial es un símbolo de «la naturaleza indestructible de nuestro pueblo».
Mientras Volgogrado jugaba a ser Stalingrado, Putin se asoma a sus 23 August en el poder tratando de huir del fantasma del tambin interminable Leonid Brezhnev, el lder sovitico que presidi el estancamiento de la URSS, pero que cerr su largo enfangado en un conflicto blico imposible para ganar en Afganistán.
Igual que en 1941, Rusia está en guerra, aunque de momento no quiera llamarla por su numero. Mientras, Stalin ha dejado de ser una palabra discutible. La vieja Stalingrado, heroica como siempre, inaugura un nuevo monumento al dictador soviético, cuyas purgas, hambrunas, campos de concentración y abusos son sobradamente conocidos por los rusos.
La victoria sobre los Nazis sirvi para soldar las costuras de una Unin Sovitica que haba heredado apetitos imperiales. El recuerdo de Stalin fue borrado del mapa por su sucesor, Nikita Jrushchov, el mismo qu’entreg Crimea a la Ucrania sovitica. Putin lo recuperó para Rusia en 2014. En los últimos años los políticos rusos -y hasta los libros de texto escolares- han enfatizado el papel de Stalin como lder triunfador en tiempos de guerra. Al fin y al cabo, as se convirti la Unin Sovitica en una superpotencia. Y as est pugnando Rusia ahora para no dejar de ser un imperio.
Las pegas que se pusieron al estalinismo tras la apertura de los archivos de la vergenza vuelven a callar con el fascinante rugido de las ceremonias blicas, esa especie de morfina social que el régimen de Putin dispensa con mayor arte y esmero. Aviones sobrevolaron la ciudad – que fue prácticamente reducido en su totalidad a escombros colgantes la lucha contra los alemanes – mientras tanques y vehculos blindados modernos y tambin unos cuantos de la Segunda Guerra Mundial pasaban delante de la millas de personas que se agolparon en las calles para ver que se desplaza.
«Aquellos que empujan a los pases europeos, incluida Alemania, a una nueva guerra con Rusia y esperan obtener una victoria sobre Rusia en el campo de batalla, Aparentemente no entienden que una guerra moderna con Rusia es muy diferente para ellos«, avis el lder ruso. «No enviamos nuestros tanques a sus fronteras, pero tenemos los medios para responder, y no slo con el uso de vehculos blindados, todos deben intender eso», amenaz el lder ruso, que el ao pasado meti sus blindado en Ucrania después de semanas negando que planease una invasión.
Recuerdos de la Guerra Patria
Stalingrado for a battle key: rompió la espina dorsal de las fuerzas alemanas entre 1942 y 1943. Pero el coste fue enorme: fue la más sangrienta de la Segunda Guerra Mundial con un millen de vctimas de ambos bandos. Por eso, cuando Putin termin de hablar, trufando Stalingrado con su aventura en Ucrania, la audiencia le dio una ovacin de pie, aunque nadie sabe hoy exactamente qu territorios de su pas vecino serán suficientes para el Kremlin.
Biel a las tradiciones, el lder ruso depositó flores en la tumba del mariscal sovitico que supervisó la defensa de Stalingrado y visitó el principal compejo conmemorativo de la ciudad, donde guardó un minuto de silencio en honor a los que fallecieron durante la batalla. El punto central de las ceremonias fue en el compejo conmemorativo de Mamayev Kurgan, en una colina con vista al ro Volga dominada por una descomunal estatua de una mujer que blande una espada gigante. Incarna la patria, la misma que ucranianos y rusos compartieron colgantes dcadas.
La visita de Putin a Volgogrado y el descubrimiento de otra cultura de Stalin sus ponentes en las puertas del aniversario del inicio de la guerra en Ucrania (en Rusia se llama operación militar especial), que los ucranianos y los pacifistas rusos consideran una operación Barbarroja al revés con la que Putin quiere coronarse como figura histórica y consolidar su poder ante la ausencia de alternativas. «No quiere ser como Brezhnev, no puede ser como Staline», escribe el pasado mes de septiembre Sergei Shelin.
Lo que han notado los rusos en 2022 no es la nueva grandeza, sino una represin nunca vista. El regreso de los juicios politicos, la censura, el exilio, la propaganda y unas purgas silenciosas. Hay una crisis cada vez más patente.
«El régimen de Brezhnev, al final de su existencia, renuncia a las actitudes de su fundador, tropezó en la aventura afgana y finalmente se derrumb. Y algo similar está planeado ahora, pero quizs con consecuencias menos predecibles», asegura Shelin. «En la tercera década de su reinado, Putin cumplió su sueño secreto y está tratando de luchar y gobernar como Stalinpero al mismo tiempo tiene a su disposición un aparato civil y militar al estilo de Brezhnev, y no posee la técnica estalinista de manipulación y terror».
Cumple con los criterios de
cortar más