mayo 3, 2024

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Las empresas «zombies» finalmente están muriendo en los Estados Unidos

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La idea era interesante: lanzar satélites con un cohete lanzado por un Boeing 747. Por desgracia, los proyectos locos de Sir Richard Branson suelen ser de alto riesgo, y el intento de lanzamiento realizado a principios de enero por Virgin Orbit fue un fracaso: el cohete no alcanzó su objetivo. orbitó y terminó en el mar.Este jueves 30 de marzo, fue la propia empresa la que bebió el caldo. Su jefe, Dan Hart, anunció que la empresa cesaba sus operaciones y se iba a desprender del 85% de sus 800 empleados, a falta de un rescate, en particular por parte de su histórico accionista, Richard Branson.

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Resultado: la acción cayó un 45% en cotización oficial tras el cierre de Wall Street, hasta los 20 céntimos (18,5 céntimos de euro). La acción, que alcanzó un máximo de $11 en enero de 2021, vio su valor reducirse a la mitad en unos sesenta. Así desaparecerá sin duda una empresa «zombie», sin proyecto viable y llevada a la pila bautismal por la política de dinero gratis de la Fed, el banco central estadounidense, que ha permitido financiar todo y cualquier cosa en el planeta durante el Pandemia de COVID-19.

Con la vuelta de la inflación y la repentina subida de los tipos a corto plazo, que en marzo subieron en un año del 0% a más del 4,75%, el dinero está caro y es casi imposible apalancar en los mercados. Como prueba, las 71 OPI que tuvieron lugar en Wall Street en 2022 solo recaudaron 7.700 millones de dólares, dieciocho veces menos que los 142.000 millones de dólares del año anterior, informa la Tiempos financieros.

Trampas en abundancia

Cuando las empresas demuestran ser incapaces de generar ingresos, la sanción del mercado cae, a menos que se encuentre un accionista que esté dispuesto a apostar por última vez antes del cierre. El fenómeno va más allá de los bancos regionales, desde la quiebra de Silicon Valley Bank, en marzo, y de las criptomonedas, desde el colapso fraudulento de FTX en otoño de 2022.

Es el caso, por ejemplo, de WeWork, la empresa de teletrabajo que debería haber salido a bolsa en septiembre de 2019 tras ser valorada en 47.000 millones de dólares por su principal accionista, la japonesa SoftBank. WeWork pasó entonces por una importante reestructuración y, aprovechando el camino del Covid-19, finalmente vendió en bolsa en 2021, pero a un precio revisado a la baja en 9.000 millones de dólares.

La operación se llevó a cabo a través de una SPAC (Special Purpose Acquisition Company), esos cascarones vacíos que permitieron ingresar al mercado de valores sin respetar los procedimientos tradicionales y resultaron ser trampas a montones. Si bien la oferta de oficinas está seriamente sobreoferta, WeWork no ha escapado a la regla.

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